Síganme los locos †



Caminé bajo la nieva, cada paso me llevo hasta ti.... sin pensarlo.
Llegué hasta la sombra de un árbol, sobra casi inexistente sin un sol que la generara
ahí te encontré, con ojos cerrados y tu espalda apoyada contra el robusto tronco. Ni cuenta te diste de mi presencia, pero yo ahí me quedé, mirándote como si no hubiese algo más maravilloso que el mundo me haya dado, como si el sol hubiese vuelto a brillar pero esta vez desde tu interior, como si mi vida estuviese justo parada bajo ese árbol apoyada en aquel tronco con ojos cerrados, como si nunca más algo podría hacerme feliz en esta vida.
Me acerqué a ti con pasos cautelosos, no quería perturbar tu semblante con alguna incoherencia mía. Solo quería sentir tu calor, sentir tu piel junto la mía. Inocentemente creí que quizás dirías algo, que hermosas palabras saldrían de ti, que tus ojos se abrirían en un intento de focalizar mi rostro y que una sonrisa se posaría en tu rostro de forma cariñosa por mi causa.
Al fin llegué a tu lado. Nada cambió
Estiré mi mano para alcanzar tu piel, pero solo logré sentir el frió aire rozando la mía. Intenté abrazarte, pero solo logré que mis brazos se encontraran el uno al otro sin que nada ocurriera entre ellos.
Con lágrimas en mis ojos intenté mirar tu rostro, pero este ya no estaba donde lo había visto segundos antes. Delante de mí solo había un enorme árbol con grueso tallo y sin hojas que pudiesen protegerme de la nieve.
Otra vez habías entrado a mis recuerdos, habías revivido de tal manera en mi memoria que ahora la muralla entre mis sueños y mi realidad se ha roto en mil fragmentos esparcidas en mi.

-Siempre juntos- Dijiste antes de que tu presencia en mi vida se desvaneciera como los rayos de sol en un día de lluvia.

No hay comentarios: